Uno de los colaboradores musicales más prolíficos de los últimos 40 años, Mark Lanegan significó muchas cosas diferentes para muchas personas diferentes.

Pero, ya sea que conocieras a Mark, quien lamentablemente falleció ayer a la edad de 57 años, como el líder de Screaming Trees; como miembro clave de Queens Of The Stone Age o la mitad de The Gutter Twins fué sin duda un artista integral quién nos deja una lista de interminables devaneos musicales con artistas como Kurt Cobain, Isobel Campbell y los Manic Street Preachers. Siempre se mantuvo en un desafío inquebrantablemente con él mismo.

“Conoce quien eres y sigue a tu corazón sin miedo”, era una de sus máximas personales y a la que fue fiel a lo largo de su carrera. Su vida estuvo lejos de ser fácil: una infancia difícil fue seguida por un descenso a la adicción a la bebida y las drogas, la falta de vivienda, la casi indigencia y la mala salud lo persiguieron constantemente. Su carrera temprana también se vio arruinada regularmente por una propensión a la autodestrucción, pero el catálogo que deja atrás es testimonio de la calidad perdurable de sus instintos.

Si bien nunca estuvo destinado a convertirse en la voz de su generación ya que ese trono lo ocupó su amigo y admirador, Kurt Cobain. Mark si fue bendecido con la voz más distintiva de su época. Ese barítono rico y conmovedor, cargado con el peso del mundo y sus luchas personales fue lo que ayudó a Screaming Trees a destacarse entre las masas de rock alternativo en el Noroeste del Pacífico anterior a Nirvana en la década de 80 y lo que también los elevó por encima de la ola del grunge que siguió.

Como un hombre al que se le advirtió que moriría de alcoholismo antes de los 30 años y que una vez estuvieron a punto de tener que amputarle el brazo en medio de las profundidades de la adicción a la heroína, Mark era comprensiblemente propenso a contar sus bendiciones al vivir mucho más que la mayoría de sus compañeros musicales y sin duda merece ser recordado como mucho más que el último superviviente del grunge.

Es difícil no imaginar las muchas aventuras musicales que aún tenía en él. En cambio, nos quedamos con su legado impecable y el hecho de que Mark Lanegan se mantuvo fiel a sí mismo hasta el final.